Ethan de Athos

La idea de esta novela es muy original y demuestra que el talento de su autora va más allá de las tramas perfectas y las aventuras entretenidas. En el universo creado por Lois MacMaster Bujold hay sitio para razas mutantes como los cuadrúmanos, para sociedades avanzadas y liberales como la de la colonia Betana, para organizaciones casi feudales como Barrayar, castas genéticas como las de Cetaganda o sociedades anarco-capitalistas como Jackson’s Whole. Pero tambien hay sitio para un planeta llamado Athos, casi aislado del resto del sistema y poblado por una comunidad de descendientes de sus primeros habitantes, los padres fundadores.

Y lo interesante es que padres quiere decir, literalmente, que no había ninguna madre. Al menos en persona, aunque sí en forma de los cultivos ováricos necesarios para asegurar la descendencia, siempre masculina. Athos es una especie de monasterio a escala planetaria, habitado exclusivamente por hombres, en el que, además de sus miembros religiosos, existe una sociedad secular encargada de todo el trabajo necesario para sostener la economía. Nada en su religión impide a estas personas mantener relaciones sexuales, pero claro, esas relaciones solo pueden ser entre hombres. La única relación sexual pura para ellos es la homosexual, no como esos pecadores de los otros planetas y sus mujeres.

Ethan trabaja en uno de los centros de reproducción de Athos. Su trabajo es juntar el ADN de los aspirantes a padre, que se ganan ese privilegio con duros trabajos comunitarios, con el de un óvulo extraído de tejido ovárico, donado hace muchos años. Los fetos se desarrollan en un replicador uterino, y el problema de Ethan es, precisamente, que los cultivos ováricos están tan envejecidos que ya no producen fetos viables. El consejo de Athos ha encargado nuevos ovarios, pero el envío ha sido saboteado y Ethan es el encargado de ir en persona a investigar lo ocurrido y encargar un nuevo pedido, una misión en la que quizá tenga que enfrentarse a peligros como, glups, mujeres.

Por casualidad, la primera mujer con quien se encuentra Ethan no es otra que Elli Quinn, una mercenaria Dendarii a las ordenes del almirante Naismith (el alter ego de Miles) que se encuentra en una misión de incógnito. Al principio Elli observa divertida cómo Ethan la evita debido a sus prejuicios contra las mujeres, pero ella acaba rescatándole igualmente de los líos en que se mete y de los que tratan de aprovecharse de su buen corazón y de su ingenuidad.

Para la mayoría de la gente él no es más que uno de esos raritos que viven en el planeta de los sarasas, y ella tampoco le habría dedicado mucha atención de no ser porque su misión está relacionada con el pedido de ovarios saboteado. El punto en común es Terrance Cee, un telépata producto de un experimento genético cetagandano tras el que andan Elli y el ghemcoronel Millisor de Cetaganda. Al parecer Terrance había sustituido los ovarios de Athos por muestras de una mujer telépata como él. Millisor quiere recuperar este material y cree que está en Athos, pero no sabe que otra persona saboteó el pedido y Ethan no llegó a recibirlo.

Poco a poco las cosas se aclaran. Tras librarse de Millisor descubren que el pedido lo destruyó una operaria que odiaba a los Athosianos desde que su hijo huyó allí. Terrance decide irse a Athos, donde espera estar a salvo de los cetagandanos, y Ethan encarga un nuevo pedido, pero antes le pide a Elli si estaría dispuesta a donar un ovario, a lo cual ella accede. Por último, se descubre que el pedido que todos consideraban perdido seguía todavía en un almacén. Ethan se lo lleva igualmente, sabiendo que si decide utilizarlo todos los descendientes serían telépatas en dos generaciones.

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